Un estudio reciente publicado en The Lancet arrojó cifras alarmantes sobre la fertilidad a nivel global. Según el análisis realizado por Natalia V. Bhattacharjee, Ph.D., del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud en Seattle, la tasa mundial de fertilidad total (TGF) ha experimentado una drástica disminución desde 1950 hasta 2021, cayendo de 4,84 a 2,23.
Esta tendencia descendente se refleja en el número de nacimientos anuales, que alcanzó su punto máximo en 2016 con 142 millones de nacimientos vivos, para luego descender a 129 millones en 2021.
Lo preocupante es que en el 46,1% de los países y territorios, la tasa de fertilidad se sitúa por debajo del nivel de reemplazo, fijado en 2,1 hijos por mujer. Incluso en África subsahariana, donde históricamente las tasas de natalidad han sido más altas, 44 de los 46 países registran tasas por debajo de este umbral crítico.
El futuro no es más alentador, ya que se pronostica que las tasas de fertilidad continuarán disminuyendo en las próximas décadas, llegando a alcanzar una TGF mundial de 1,83 y 1,59 en 2050 y 2100 respectivamente, según el escenario de referencia del estudio.
Los expertos advierten que esta tendencia hacia una baja fertilidad podría generar una brecha demográfica significativa entre países de bajos ingresos y el resto del mundo, planteando desafíos únicos en términos de crecimiento poblacional y desarrollo económico.
En resumen, la civilización humana se encamina hacia una realidad de baja fertilidad sostenida, lo que podría tener importantes implicaciones sociales, económicas y de políticas públicas en todo el mundo.