La situación del VIH/SIDA en Panamá, según Orlando Quintero de Probidsida, es motivo de profunda preocupación. Panamá sigue manteniendo un lamentable liderazgo en Centroamérica en cuanto a casos de esta enfermedad, con cifras alarmantes que exigen atención inmediata.
Los informes del año 2022 revelaron que un total de 22,283 personas viven con el VIH en el país, siendo 15,580 hombres y 6,703 mujeres afectados. Durante el año 2023, se diagnosticaron 1,585 casos nuevos de VIH, con 375 muertes registradas. Es preocupante el hecho de que se estime que al menos 33 mil personas padecen esta enfermedad en Panamá, desconociendo su situación.
Anteriormente, la incidencia del SIDA en Panamá se concentraba en grupos de edad entre 30 y 39 años, sin embargo, en la actualidad, la población más afectada está en el rango de 20 a 29 años. La llegada de los carnavales enciende las alarmas respecto al VIH/SIDA, dado que la juventud, en su búsqueda desenfrenada, se expone a riesgos sin precedentes.
El consumo excesivo de alcohol ha sido identificado como un factor precursor de numerosos problemas, desde accidentes de tránsito hasta encuentros sexuales sin protección y con desconocidos.
Probidsida, con más de 27 años en la lucha contra esta enfermedad, lamenta que cada año se registre un aumento en el número de nuevos casos en Panamá. La situación del país es especialmente preocupante en comparación con otros países de Centroamérica y América, donde ostenta el deshonroso primer lugar desde 2022 en el número de nuevos casos y está entre los seis más afectados de la región.
Las consecuencias de esta realidad son devastadoras, incluyendo embarazos no deseados y la propagación de otras enfermedades de transmisión sexual, resaltando la necesidad de concientización y responsabilidad individual. La disparidad de género en la afectación del VIH/SIDA es también evidente, con una proporción que históricamente favorecía a los hombres pero que, en los últimos años, se está equilibrando.
Es crucial que tanto hombres como mujeres asuman la responsabilidad de proteger su propia salud y la de los demás, tomando decisiones informadas y evitando situaciones de riesgo. Es fundamental un llamado a la conciencia y la responsabilidad durante los carnavales y en todas las actividades cotidianas, para evitar poner en peligro la salud y el futuro de toda una generación.
