jueves 24 octubre 2024
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Matrimonio infantil en el mundo; una salida de la pobreza extrema

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Una de las principales razones que llevan a las niñas a contraer matrimonio es la situación de pobreza extrema en la que viven. Buscan desesperadamente una salida de esta situación, incluso si a la familia le resulta más conveniente vender a sus hijas como mercancía, lo que implica casarse con un hombre mayor y desconocido. Algunas admiten que, al comenzar su menstruación, empezaron a buscar pareja como una manera de salir adelante. En otros casos, son sus propias familias las que las obligan a casarse por la misma razón: para que el esposo pueda proporcionar apoyo económico a todos y para reducir la carga económica del hogar. A veces, también se ven forzadas a casarse debido a un embarazo no deseado.

En el mundo actual, se estima que 650 millones de mujeres y niñas han contraído matrimonio antes de cumplir los 18 años, lo que representa una de cada seis mujeres. Además, cada año se suman 12 millones más a estas estadísticas, según los datos proporcionados por Unicef. Las regiones con las tasas más altas de matrimonio infantil son el África subsahariana (entre el 32% y el 40% en diferentes áreas), el sur de Asia (28%) y América Latina (21%).

Si bien hay múltiples razones sociales y culturales detrás del matrimonio infantil, factores como la pobreza tienen un impacto significativo en todas ellas. Resulta alarmante que los cuatro países con tasas más altas de este tipo de uniones, sean Níger, la República Centroafricana, Chad y Malí, todos ellos entre los estados más empobrecidos del mundo.

Cada vez más naciones están promulgando legislaciones que prohíben categóricamente el matrimonio antes de los 18 años, y en algunos casos, estas disposiciones se han integrado en el marco del Código Penal. La práctica de casarse con menores de edad conlleva severas penas de prisión que oscilan entre ocho y 12 años en algunos territorios.

Además, se establece la posibilidad de condenar hasta con un año de reclusión a aquellos que organicen o fomenten tales uniones. Las relaciones sexuales entre un adulto y un menor también son objeto de sanción, con penas que van desde dos hasta ocho años de privación de libertad. En casos en los que la menor resulte embarazada o adquiera una enfermedad de transmisión sexual, las sentencias impuestas son de al menos ocho años de prisión. Es importante señalar que incluso las uniones entre menores de edad están prohibidas, si bien en este último caso la infracción se encuentra en el ámbito de lo vedado más que en el de lo penado.

La oficina regional de UNICEF con sede en la Ciudad de Panamá ha informado en reiteradas ocasiones que América Latina y el Caribe son las únicas regiones del mundo donde no se ha observado una reducción en la incidencia de matrimonios infantiles y uniones tempranas durante los últimos 10 años.

Durante esta última década, la prevalencia de matrimonios infantiles en América Latina y el Caribe ha permanecido en torno al 25%, a diferencia de otras regiones donde se han registrado declives significativos. Específicamente, en Asia meridional, la proporción de matrimonios infantiles ha disminuido del 50% al 30% durante este mismo período.

Tanto los gobiernos como las diversas instancias administrativas deberían mostrar un profundo compromiso con la problemática en cuestión. Se deben implementar numerosos planes e iniciativas que abarcan un amplio espectro de áreas de intervención, tales como charlas informativas, intervenciones sanitarias, socioeconómicas, educativas, laborales, policiales y judiciales.

UNICEF, en colaboración con organizaciones no gubernamentales locales, lleva a cabo programas destinados a combatir el matrimonio infantil en algunas provincias africanas, y tiene previsto extender estas acciones durante el presente año a otros sitios. No obstante, erradicar una práctica que afecta a una proporción significativa de la población femenina y que no puede ser abordada únicamente mediante sanciones penales representa un desafío considerable.

Es fundamental reconocer que se trata, ante todo, de una labor de sensibilización social y familiar, cuya efectividad radica en promover un cambio cultural y de valores arraigados en la sociedad.

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