En Papúa Nueva Guinea, un devastador deslave en la localidad de Yambali ha sepultado a más de 2.000 personas, aunque hasta ahora sólo se han recuperado seis cuerpos. Las autoridades temen que la inestabilidad del terreno y los arroyos subterráneos provoquen otro alud, además de un potencial brote infeccioso debido a los cadáveres descomponiéndose entre los escombros.
La ONU y otras organizaciones están trabajando para ayudar a los desplazados y contener los riesgos sanitarios. Sin embargo, la situación sigue siendo crítica con la llegada de equipos de respuesta a desastres y la necesidad urgente de asistencia internacional para manejar los cuerpos y evitar una catástrofe mayor.