En un emotivo recibimiento cargado de eslóganes como “yo soy Fidel, sí se pudo”, una brigada de cien médicos cubanos desembarcó en Honduras para ofrecer su ayuda médica durante dos años, una acción que ha generado polémica y descontento en el gremio local.
La llegada de los profesionales de la salud cubanos, coordinada por la presidenta izquierdista hondureña Xiomara Castro, fue recibida con entusiasmo por parte del gobierno hondureño y numerosos ciudadanos, quienes ondeaban banderas de ambos países y carteles de bienvenida en el aeropuerto de Palmerola, a 50 km al norte de Tegucigalpa.
A pesar del cálido recibimiento, la iniciativa ha sido objeto de críticas por parte del Colegio Médico de Honduras, que argumenta que el país cuenta con 11.000 médicos desempleados y cuestiona la contratación de médicos extranjeros, alegando que estos podrían desplazar a los profesionales locales.
Además, se señala que los médicos cubanos recibirían un salario y beneficios superiores a los de los médicos hondureños, generando un descontento entre la comunidad médica nacional.
La Ministra de Salud de Honduras, Carla Paredes, intentó calmar las tensiones asegurando que los médicos cubanos no ocuparán los puestos de trabajo de los profesionales hondureños, sino que complementarán el sistema de salud del país, especialmente en la reducción de la mora quirúrgica en hospitales públicos. Sin embargo, las opiniones divergentes en torno a esta iniciativa han generado un intenso debate sobre la solidaridad internacional y las necesidades locales en materia de salud.
