martes 22 octubre 2024
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La lucha de Alok Shukla por un bosque indio triunfa sobre la industria del carbón

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En el instante en que Alok Shukla vio el vasto bosque de Hasdeo Aranya desplegarse ante sus ojos, supo inmediatamente dos cosas: ese bosque, ubicado en el centro de India y conocido como el pulmón de Chhattisgarh, hogar de miles de tribus y refugio de especies raras y en peligro de extinción, era uno de los lugares más hermosos que había visto jamás. Y dos, que dedicaría su vida a poner freno a las compañías multimillonarias que buscaban explotar el carbón bajo su suelo.

La pregunta era cómo lograrlo.

Doce años después, Alok sonríe mientras recuerda su travesía. A sus 43 años, acaba de recibir el prestigioso premio Goldman, considerado el Nobel verde, por sus esfuerzos en salvar el bosque.

En 2012, el bosque de Hasdeo Aranya, con sus 1,017 kilómetros cuadrados ricos en biodiversidad, estaba bajo amenaza debido a sus depósitos de carbón, estimados en unos 5,600 millones de toneladas. En un país como India, el segundo mayor consumidor de carbón del mundo, estos depósitos son invaluables.

Pero para las comunidades Adivasi, los elefantes, osos perezosos, leopardos, lobos, aves y tigres que habitan el bosque, el valor del territorio es incalculable.

Alok no era el único que reconocía este valor: las autoridades locales habían designado el bosque como zona de reserva, aunque de manera informal. Sin embargo, las áreas ricas en carbón fueron subastadas. La poderosa multinacional Adani propuso construir cinco minas entre 2010 y 2015, y otras compañías siguieron su ejemplo.

“Recuerdo claramente el día que estuve allí, viendo este hermoso bosque que tristemente iba a ser destruido para poner una mina de carbón”, recuerda Alok. “Pero mucho más triste era que las comunidades locales, que habían conservado el bosque por siglos, no tenían idea del impacto de la minería ni de sus derechos para proteger el bosque”.

Alok se dio cuenta de que las comunidades iban a perder esa batalla a menos que se unieran. En dos minas ya había comenzado la explotación porque la resistencia había fallado. Fundó el Comité de Resistencia para Salvar Hasdeo Aranya, una alianza informal que creció, sensibilizando a la gente sobre sus derechos y regulaciones locales.

A pesar de la resistencia, en 2020 se propuso la apertura de nuevas minas. Con la pandemia de covid-19 azotando el país, Alok se dedicó nuevamente a organizar a las comunidades. La presión logró cerrar tres minas en septiembre. Al mes siguiente, la comunidad luchó por declarar una vasta zona como reserva natural para elefantes, pero el gobierno central continuó con los planes para otorgar 21 sectores mineros.

Tomó 18 meses más de campañas en internet, marchas y eventos para que se cancelaran las concesiones mineras.

Alok admite que la batalla de 12 años ha requerido una determinación férrea por parte de las comunidades forestales. “Esta es una batalla entre la vida de la gente y su manera de sobrevivir en los bosques, por un lado, y las ganancias de las corporaciones por el otro”, señala. “Naturalmente, cualquier compañía cuyas ganancias estén en riesgo va a hacer cualquier cosa para quedarse con la tierra”.

Incluso ahora quedan peleas por dar: tierras que necesitan rehabilitación y árboles en peligro. Alok espera que el premio Goldman inspire a otros movimientos en defensa de los bosques. “Cualquier árbol que sea cortado en Hasdeo Aranya es un error. Nuestro esfuerzo es cuidar cada árbol”, subraya.

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