“La viuda negra”, “La madrina de la cocaína”, la historia de Griselda Blanco, narcotraficante, baronesa de la mafia y criminal colombiana. Ahora su vida está recreada en “Griselda”, la serie de Netflix que busca hilar a un personaje con tantos mitos y verdad histórica.
Escenas, libros y palabras describen como “un pez gordo” a Griselda Blanco, una mujer con un alto mando en la historia del narcotráfico colombiano, destacándose en el uso despiadado de la violencia, el ajuste de cuentas, las ventas, los homicidios y asesinatos.
La Griselda que el mundo conoce se creó en las calles. De apellido Blanco, una niña huérfana de padre, que junto a su madre emigraron a Medellín, ahí vivieron en un barrio de extrema pobreza. Al cumplir sus diez u once años, fue violada por el novio de su mamá, así que decide huir de casa y vivir en las calles. Se convirtió en ladrona y una mujer de vida alegre.
A sus 14 o 15 tuvo su primer matrimonio con José Trujillo, veinte años mayor que Blanco, con quien tuvo sus tres primeros hijos. Trujillo se dedicaba a la falsificación de papeles para llevar indocumentados a Estados Unidos, un negocio que le serviría mucho después a la madrina de la cocaína tras heredarlo por la incógnita muerte de su primer esposo. Hay dos versiones, que murió de cirrosis ó fue asesinado por Griselda, tras burlarse de la tartamudez de ella.
Comienza una relación con el medellinense Alberto Bravo, uno de los pioneros del narcotráfico colombiano. Este romance sirvió como puente para unir el negocio de Blanco con el de Bravo, “indocumentados y droga”, normalizando las “mulas” como una forma de ampliar su red de narcotráfico. Sin carteles, ni la Administración de Control de Drogas (DEA), por ser los tres primeros años de la década del setenta. La operación del gobierno estadounidense contra las drogas era por la heroína y la marihuana. La cocaína, que era el negocio de los Bravo-Blanco, pasaba inadvertida por los aeropuertos.
Se crea la DEA en 1973, y a finales de 1974 se abre la”Operación Banshee” para neutralizar la organización Bravo-Blanco en Nueva York. 90 personas fueron detenidas, 12 de ellas condenadas, 40 con captura federal, Alberto y Griselda fueron uno de ellos, pero escaparon regresando a Medellín.
El romance Bravo-Blanco terminó con la muerte de Alberto. Los problemas de negocios provocaron un enfrentamiento cara a cara de la pareja sucedido en una discoteca de Medellín. Entre pistola y subametralladora, Arturo y Griselda se despidieron a muerte, ella sobrevivió acabando con heridas, pero él falleció. Desde ese momento comenzó a llamársele “La Viuda Negra”.
Darío Sepúlveda, uno de sus mejores sicarios y repartidor de cocaína en Nueva York, se convirtió en su tercer marido. Con él, Griselda tuvo a su cuarto hijo. Los Sepúlveda Blanco se establecieron en Miami, Estados Unidos. Convirtiéndose en socios del entonces Cartel de Medellín que monopolizaba el negocio al sur de Florida.
Lo que no sabía el Cartel de Medellín, es que los Sepúlveda Blanco se habían enfrentado contra innumerables enemigos en Colombia y clientes eventuales por motivos desenfrenados: todo aquel que insultaba a Darío y Griselda terminaba muerto, si ofendían a sus hijos, había homicidios, si ellos no quería pagar un negocio asesinaban a su fiador.
Venganza y violencia fueron desatadas sin control en el sur de Florida. Cadáveres, tiroteos, amenazas, bombazos, señales de muerte, atentados. La época se conoció como “Guerras de la cocaína”.
La era de los Sepúlveda Blanco terminó con el homicidio de Darío en Colombia, en un supuesto operativo, pero todo apunta que fue otra acción de Griselda. Darío preocupado por el futuro de su pequeño hijo lo trajo de vuelta a su país, luego de tener una fuerte pelea con Griselda.
En 1984, una década después de que se diera la orden de captura federal, “la reina de la coca” fue arrestada en un condominio de media clase en Los Ángeles.
Estaba implicada en más de 100 homicidios en los Estados Unidos que ocurrieron durante esa época, sin embargo, solo la acusaron por tres homicidios: un niño de tres años llamado Jhony Castro y el de una pareja de italianos asesinados en Miami. Al aceptar su responsabilidad de los cargos fue absuelta de su sentencia a cadena perpetua y condenada a prisión durante 15 años.
En el 2004 pudo salir en libertad regresando a Colombia y manejando algunas de sus propiedades que todavía estaban a su nombre. Murió en el 2012 mientras estaba en una carnicería del barrio Belén a manos de un sicario que le disparó dos veces, dejando todo un legado en la historia del narcotráfico.