El mundo tecnológico se sacude con la impactante noticia del fallecimiento de Han Jong-hee, co-CEO de Samsung, quien murió esta semana en el Samsung Medical Center de Seúl a causa de un repentino paro cardíaco. Con apenas 63 años, su inesperada muerte deja una gran incertidumbre sobre el futuro de la compañía surcoreana.
Han, quien inició su carrera en Samsung en 1988 tras graduarse en ingeniería electrónica, desempeñó un papel clave en la evolución de la empresa. Bajo su liderazgo, Samsung dejó de ser vista como un fabricante de bajo costo y se consolidó como un referente de la innovación en electrónica de consumo, compitiendo ferozmente con gigantes como Sony. Su influencia fue determinante en la hegemonía de Samsung en el mercado de televisores, una posición que la compañía ostenta desde 2006.
En 2022, Han fue nombrado co-CEO, un cargo de altísima presión en una industria dominada por la competencia despiadada y la constante innovación. No obstante, el sector de semiconductores se convirtió en un gran reto para la compañía, perdiendo terreno ante rivales como TSMC y SK hynix en la carrera de la inteligencia artificial y la fabricación de chips. A pesar de ello, en 2024 Samsung logró superar a titanes como Intel, Nvidia y Qualcomm, posicionándose como el principal proveedor de semiconductores a nivel global, según datos de Gartner.
Sin embargo, la sorpresiva muerte de Han Jong-hee abre interrogantes sobre el futuro de la empresa en un momento crítico. ¿Quién tomará las riendas de una de las corporaciones más influyentes del mundo? ¿Cómo afectará su ausencia a las estrategias de Samsung en el competitivo mercado tecnológico? La incertidumbre está servida, y el gigante surcoreano enfrenta ahora un desafío sin precedentes.