Cada noche de celebración y risas con amigos podría estar costando más de lo que imaginas: hasta un millón de neuronas podrían estar en juego cada vez que brindas. Mientras los vasos se llenan y las sonrisas iluminan el lugar, el alcohol trabaja silenciosamente como un depresor del sistema nervioso central, disminuyendo la actividad neuronal y afectando la función sináptica.
Martín Sánchez, experto en neurociencia, explica: “El alcohol interfiere con la comunicación neuronal al deprimir el sistema nervioso central, afectando la coordinación, el juicio y las funciones cognitivas.” Este proceso comienza con la interrupción de la liberación de neurotransmisores, esenciales para la comunicación entre neuronas.
Además, el alcohol puede aumentar la liberación de glutamato, un neurotransmisor excitatorio, que en exceso puede llevar a la excitotoxicidad, un fenómeno donde las neuronas son dañadas y mueren debido a la sobreexcitación. Este daño no solo es cuantitativo; las neuronas sobrevivientes pueden sufrir daños estructurales y funcionales, afectando la memoria y el aprendizaje.
Aunque el cuerpo tiene cierta capacidad de regeneración, la pérdida recurrente de neuronas puede tener consecuencias a largo plazo, contribuyendo al deterioro cognitivo y aumentando el riesgo de enfermedades neurodegenerativas. En resumen, mientras el alcohol ofrece alegría momentánea, su impacto en el cerebro es profundo y a menudo subestimado.
Creo que todo en exceso es malo,hay que saber los límites de las cosas
Es muy cierto y muchas personas no saben o no le toman importancia
Información a tener muy en cuenta. Sobre todo a las personas que desean tomar cada fin de semana. Pueden estar generando deterioro cognitivo y a mediano plazo ya no va a poder rendir laboralmente como lo hacía antes.
Aún con estos estudios la gente sigue y prefieren perder todas las neuronas a dejar de tomar licor. Triste pero cierto